Por que se produce la flema

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La presencia de mocos y flemas en la garganta es muy habitual en los procesos catarrales y gripales, causan una gran molestia e impiden que podamos respirar con normalidad. El aumento de flemas y mocos en la garganta hay que valorarlo en su justa medida porque responde a una reacción lógica del organismo para ayudar al cuerpo a eliminar los microrganismos causantes de ese problema y así poder recuperar la normalidad. Por tanto, es algo absolutamente normal que existan flemas y mocos en la garganta durante algunos periodos como el invernal o durante los procesos catarrales o gripales. Veamos el origen por el cual se producen mocos y flemas en la garganta.

Causas de los mocos y flemas en la garganta en función de la patología

Resfriados

Muy habituales en los cambios de estación. Las vías respiratorias reaccionan de manera defensiva frente a estas alteraciones segregando flemas y mocos para que los agentes patógenos que causan el resfriado sean expulsados del cuerpo con la mayor rapidez y recuperar la normalidad lo antes posible.

Infecciones respiratorias

Producidas por enfermedades tales como la bronquitis, faringitis, amigdalitis… La misión de la flema es la de evitar que la infección avance y, por tanto, se expulse del cuerpo lo antes posible. Si no se tratan adecuadamente estas infecciones, pueden llegar a hacerse crónicas y con ello, tener presencia continua de flemas y mocos.

Infecciones víricas

Con la gripe como principal causante y actriz en los procesos víricos. Todos los años, al finalizar el verano, comienzan las alertas por el virus de la gripe, que tiene la habilidad de mutar cada año y puede llegar a causar graves trastornos a población de riesgo como niños, enfermos y mayores. El virus irrita la mucosa respiratoria y el cuerpo reacciona produciendo mayor cantidad de mucosidad y flemas para evitar que estos microrganismos se propaguen. Vacunarse puede ser una buena medida para esquivarla.

Alergias

Las alergias, ya sean al polvo, ácaros o a algunos tipos de pólenes, tienen como consecuencia el aumento de la mucosidad en las vías respiratorias, que es una reacción lógica de nuestro organismo para evitar que estos causantes sigan haciendo daño. Lógicamente, conviene evitar la exposición a este tipo de alérgenos y recibir tratamiento médico adecuado con los antihistamínicos u otra medicación que prescriba el médico o recomiende el farmacéutico en cada caso.

Contaminación y factores ambientales

Muchas personas están expuestas a agentes atmosféricos agresivos, como pueden ser altos niveles de polución ambiental o los climas muy secos. La producción de mucosidad es la respuesta lógica defensiva del organismo, para proteger nuestras vías respiratorias. Por ello siempre es recomendable mantener hidratada la zona y beber toda el agua que se pueda, con el objetivo de fluidificar el moco.

Tabaquismo

Se trata de un hábito nocivo causante de millones de muertes al año en el mundo. Como consecuencia derivada de la agresión del humo sobre nuestras vías respiratorias tenemos una producción excesiva de moco, que produce tos y carraspeo, muy frecuente por las mañanas. Es la conocida como “tos del fumador”. Abandonar el hábito del tabaco es la única solución a este tipo de mucosidad, los beneficios son inmediatos y la probabilidad de padecer alguna grave enfermedad disminuye.

Por tanto, conocer bien cómo funciona nuestro sistema respiratorio es clave para saber el porqué de esta mucosidad en la garganta tan molesta, pero que no tiene otro objetivo que el de volver a recuperar la normalidad y que tu organismo funcione como un reloj.

Entre las principales funciones del moco se encuentran:

-Hidratar. Según la Universidad de Harvard, se debe pensar en el moco como en la crema hidratante del cuerpo. Se encuentra en los tejidos que están dentro, revistiendo la nariz, los senos nasales, la boca.

-Proteger. La mucosidad es espesa y pegajosa, por lo que puede atrapar el polvo, las bacterias y otras sustancias no deseadas y evitar, así, que penetren en nuestro cuerpo.

-Luchar. El moco también contiene elementos del sistema inmunitario (como glóbulos blancos y anticuerpos) encargados de atrapar a los intrusos no deseados.

¿Qué diferencia hay entre el moco y la flema?

La flema es un tipo de moco que se produce en los pulmones y en las vías respiratorias del tracto inferior (la tráquea y dentro de los pulmones: los bronquios, los bronquiolos y los alvéolos). Este tipo de moco tiene una función muy importante al encargarse de evitar que los gérmenes y otras sustancias nocivas se introduzcan en las vías respiratorias y en los pulmones, y puedan provocar una infección.

La producción de moco en las vías respiratorias es normal. Pero si se produce un excedo de moco y un cambio en su estructura, puede provocar en la persona la necesidad de toser para expulsar esa secreción respiratoria (flema). Cuando el individuo siente esa necesidad, entonces significa que algo en el organismo no funciona bien.

Durante una infección, el moco contiene virus o bacterias responsables de esa infección, pero también posee células del sistema inmunitario (glóbulos blancos) que le ayudan a luchar.

En general, el moco es claro y delgado y no se tiene que notar, pero si la persona enferma porque sufre un resfriado o una infección, el moco puede espesarse y cambiar de color.

¿Qué puede indicar el color de la flema?

La Clínica Cleveland distingue siete colores diferentes.

-Transparente. Significa que la persona se encuentra bien. La mayoría de este moco cae por detrás de la garganta y se disuelve en el estómago.

-Blanca. La persona puede estar congestionada. Los tejidos hinchados e inflamados de la nariz frenan el flujo del moco, provocando que la humedad de la sustancia pegajosa se pierda y, por lo tanto, sea más espesa y turbia. Podría ser un signo de que la persona sufre una infección o un catarro.

-Amarilla. La infección o el catarro está progresando. Las células que combaten las infecciones están luchando. Entre los miembros de este ejército, se encuentran los glóbulos blancos, que proporcionan una tonalidad amarilla al moco.

-Verde. El sistema inmune está contraatacando la infección. El moco está espeso y contiene glóbulos blancos muertos y otros restos de sustancias procedentes de la batalla que está librando. Si la persona sigue enferma después de 12 días, debería acudir al médico, especialmente si, además, presenta otros síntomas, como fiebre o náuseas, dado que podría sufrir un sinusitis o una infección bacteriana.

-Rosa o roja. Esta tonalidad significa que contiene restos de sangre. Podría ocurrir que algún tejido se ha roto debido a que está irritado o demasiado seco.

-Marrón. También podría contener restos de sangre. O podría ser debido a algo que se ha inhalado, como suciedad, tabaco en polvo o pimentón.

-Negra. Si la persona no es fumador o consumidor de drogas ilegales, el moco negro puede estar provocado por una infección de hongos. Este tipo de infecciones se producen en personas con un sistema inmune debilitado. Lo mejor es consultar con el médico.

¿Cuándo se debe acudir al médico?

Una enfermedad no se puede diagnosticar según el color de flema que expulse esa persona. Aunque la flema sea más densa o tenga color amarillo o verde no siempre indica que la persona tenga una infección. Y en el caso de que se tratara de una infección, con el color de la flema no se puede determinar si la causa es debida a un virus, a una bacteria o a otro tipo de patógeno. O si es debido a una alergia.

Si la persona tiene moco blanco, amarillo o verde, durante varios días, o experimenta otros síntomas, como fiebre, escalofríos, tos y dolor sinusal (dolor de cabeza en los senos nasales -numerosos espacios pequeños huecos que se encuentran en los huesos que rodean la nariz-) debe visitar a un médico.

Si el esputo es de color rojo, marrón o negro o espumoso, debe acudir rápidamente a un médico, dado que podría tratarse de una afección más grave.

Enfermedades que pueden provocar un aumento de la flema

Existen varias afecciones que se asocian con el aumento de esputo.

Infección respiratoria: cualquier persona puede experimentar un aumento de la mucosidad en los pulmones debido a una enfermedad respiratoria.

El aumento de flema se produce porque los pulmones reaccionan ante los organismos infecciosos aumentando la producción de esta sustancia para ayudar a destruir los microorganismos invasores.

La neumonía es una infección pulmonar cuyo grado de gravedad puede variar de leve a potencialmente mortal. Suele estar provocada por una infección viral, bacteriana o micótica (producidas por hongos) o por aspiración (inhalación) de una sustancia que llega a los pulmones.

Esta última se suele producir cuando los pacientes sufren disfagia (dificultad para tragar), un trastorno que afecta a muchas personas con alzhéimer en una fase avanzada.

La neumonía provoca una inflamación de las vías respiratorias y de los alvéolos (sacos de aire que están en los pulmones y en los que se intercambia oxígeno y dióxido de carbono, cuando se respira). Esta infección puede hacer que los alvéolos se inflamen y se llenen de líquido. Cuando el paciente tose se debe a que su cuerpo está tratando de expulsar ese líquido.

En algunos casos de neumonía, en los más leves, la enfermedad puede afectar a solo un lóbulo (una sección) de un pulmón, mientras que en los casos graves pueden verse afectados los cinco lóbulos.

En el caso de que la neumonía sea viral, puede estar provocada por la gripe, el virus respiratorio sincitial (RSV) o la COVID-19.

Si la neumonía es bacteriana, suele deberse al Streptococcus pneumoniae.

Los adultos mayores de 65 años tienen un mayor riesgo de desarrollarla y de sufrir casos más graves.

Asma: esta enfermedad se caracteriza por provocar episodios en los que la persona experimenta dificultad para respirar. Esta dificultad que puede estar provocada por cambios climáticos, por partículas que están en el aire, por el polen, por esporas de moho o por la caspa de las mascotas.

La persona tiene problemas para respirar porque sus vías respiratorias (los conductos que llevan el aire a los pulmones) se estrechan. Durante un ataque de asma es posible que el enfermo sufra una hipersecreción de moco. La persona que padece esta enfermedad a menudo presenta sibilancias (sonidos agudos que se producen durante la respiración cuando las vías respiratorias están parcialmente bloqueadas).

Bronquitis: se produce cuando las paredes de los bronquios (conductos que llevan el aire a los pulmones) se inflaman o se irritan. El síntoma principal es una tos persistente que puede ir acompañada de moco o no.

Hay dos tipos de bronquitis: la aguda, que se desarrolla de forma repentina y que generalmente está provocada por una infección respiratoria viral, como por un resfriado o por una gripe, y la crónica.

La bronquitis crónica es un tipo de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Se trata de una afección que se desarrolla con el tiempo y, generalmente, es provocada por el tabaco. Este tipo de bronquitis suele ir acompañada de un exceso de producción de moco en los pulmones. Uno de los síntomas que determina su diagnóstico es la producción de esputo todos los días durante, al menos, tres meses.

Si la infección se agrava, la producción del moco puede aumentar incluso más de lo normal.

Enfisema: se trata de un tipo de EPOC producida por un daño en los alvéolos (unos diminutos sacos de aire que hay en el pulmón y donde se produce el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono). Debido a este daño, el aire queda atrapado, disminuyen los niveles de oxígeno en la sangre y aumentan los niveles de dióxido de carbono.

Dos de los síntomas son una tos persistente y la producción de esputo o flema.

Bronquiectasia: es una enfermedad provocada por un ensanchamiento de las vías respiratorias, incluidos los bronquios y los broquiolos (pequeños tubos que se ramifican a partir de los bronquios y que van disminuyendo progresivamente con cada subdivisión). Puede estar provocada por varias infecciones pulmonares frecuentes, por tuberculosis o enfermedades congénitas, como la fibrosis quística. Al toser, la persona suele expulsar un esputo espeso y maloliente.

Edema pulmonar: una afección grave que se produce cuando el exceso de líquido comienza a llenar los alvéolos. Este líquido les impide que el oxígeno, que entra con cada inspiración, atraviese los alvéolos y llegue a la sangre. Y que el dióxido de carbono, que viene de los tejidos y viaja por la sangre, atraviese los alvéolos y se expulse del cuerpo durante la espiración.

Esta enfermedad suele ir acompañada de tos y de un esputo espumoso y rosado debido a la presencia de sangre.

No olvidar: la flema es un indicador

-Un aumento en la cantidad de flema provoca malestar, dificultad para respirar y un mayor riesgo de sufrir infecciones, lo que puede dañar aún más los pulmones.

-Un cambio en el color, el espesor y la pegajosidad del esputo pueden ser un signo de que la enfermedad está cambiando.

Si se observan esos cambios, lo mejor es acudir a un médico.